Educar sin jaulas: Aprendiendo a ser libres

 Illich y la desescolarización: una provocación necesaria

Ivan Illich, pensador radical y crítico incansable del sistema educativo tradicional, nos conforta con una idea tan poderosa como incómoda: ¿y si la escuela no fuera sinónimo de educación, sino de domesticación? Para Illich, la escolarización ha secuestrado el derecho a aprender, convirtiéndolo en una obligación institucionalizada que muchas veces reproduce la desigualdad en vez de combatirla.

La escuela, lejos de ser un espacio neutral, actúa como una maquinaria que legitima ciertos saberes y excluye muchos otros. Hoy en día, se nos enseña a valorar más un diploma que el verdadero conocimiento, a obedece programas rígidos en lugar de seguir nuestra curiosidad o desarrollar la creatividad. Todo esto tiene consecuencias, y no solo en lo que aprendemos, sino en cómo nos vemos nosotros mismos como sujetos capaces o incapaces. 

Mitos educativos según Illich: Desmontando las falsas promesas

Mito 1: La escuela pública combate la desigualdad

Illich nos invita a ver que la escuela no rompe el círculo de la pobreza, sino que muchas veces es el causante. Los niños de familias con bajos recursos se ven obligados a adaptarse a una cultura escolar ajena, que no reconoce ni válida sus saberes. Mientras tanto, las élites acceden de una forma totalmente distinta a la formación, redes o apoyo extraescolar. Esto debe a que mantienen su posición privilegiada y la mantendrán en un futuro. 
Este mito puede llegar a ser peligroso ya que crea una sensación de falsa justicia. En realidad, según Illich, el sistema educativo enseña a los pobres a pensar como ricos, pero sin darles acceso a los beneficios que los ricos si obtienen. Esta paradoja genera frustración, exclusión y en muchos casos fracaso, cuando en realidad es un fracaso del sistema.

Mito 2: Enseñar para garantizar que alguien aprenda

La enseñanza formal, basada en programas y valuaciones estandarizadas, parte de la idea de que existe un camino único para aprender, pero todos sabemos que esto no es así. Illich argumenta que la mayoría de los aprendizajes verdaderamente significativos suceden fuera del aula: observando, haciendo, equivocándonos y volviendo a intentar.
La pedagogía tradicional olvida que el ser humano es un aprendiz por naturaleza. No necesitamos esa estructura rígida para aprender, sino libertad, comunidad y propósito. Como futura docente, me surge esta idea: ¿enseñaré para que memoricen o para que descubran?

Mito 3: Solo los profesionales pueden educar

¿Quién dice que una madre, un carpintero o un amigo no puede ser un educador? Illich cuestiona el monopolio profesional de la educación. Al convertir la enseñanza en algo exclusivo de los titulados excluye otros saberes muy valiosos y cierra las puertas a muchos aprendizajes realmente auténticos. 
El mito refuerza una lógica de poder: solo los licenciados pueden enseñar. Pero ¿qué pasa con el conocimiento comunitario, cotidiano…? Como futura pedagoga, mi misión no debe ser controlar el saber, sino facilitar que este fluya, que se comparta y que se reconozca en su diversidad.

Documental sobre Illich:

Propuestas desescolarizantes: imaginar otra educación


Illich no se limita a destruir, también construye. Este propone alternativas que pueden parecer contradictorias, pero que nos invitan a repensar lo todo. Entre ellas destaca el Educrédito: una especie de bono que cada niño o niña podría usar para elegir cómo y dónde quiere aprender. Esta propuesta pone como centro al educando, como sujeto libre y responsable de su propia educación.

 También propone las tramas de aprendizaje: redes de personas que aprenden unas de otras, sin esas jerarquías de las que antes hablaba, sin un currículo impuesto. Esto está basado en el deseo, interés y la colaboración. Sin embargo, ¿podríamos realmente incorporar aulas así?

Comunidades de práctica: de novato a experto, con identidad


Jane Lave y Etienne Wenger amplían esta visión con su teoría de las comunidades de práctica. Ellos estudian cómo aprenden en los contextos sociales reales de hoy en día, no solo en las instituciones formales. Pare ellos, aprender no es solo adquirir información, sino transformarse como persona en una comunidad concreta. Esta idea es fundamental ya que si solo se tiene en cuenta ese tipo de formación basado en la memorización, no vamos a conseguir llegar a ningún lado. 

En estas comunidades como las de las parteras mayas o los sastres africanos, se aprende a partir de la observación, la práctica o la participación. El aprendizaje se da cuando el novato va ganando reconocimiento dentro se su grupo. Es como una evolución de la identidad, es decir, no solo sabes más, sino que eres alguien distinto. 
“Pasar de ser aprendiz a ser miembro pleno no es solo saber más. Es ser otro. Es pertenecer” 

Esta perspectiva me conmueve como futura maestra. ¿Qué tipo de comunidad quiero construir en mi aula? ¿Quiero que se siga lo tradicional o una donde se participa, se transforma y se crece como persona?

Enseñar para emancipar, no para domesticar
Leer a Illich, Lave y Wenger es como abrir ventanas en una casa que parecía estar bien construida. Me hacen cuestionarme todo, los métodos, las notas, las jerarquías, las aulas… Pero también me invitan a solar con la educación que yo misma me gustaría crear
Me gustaría ser una docente que escucha más de los su habla, que facilita más que dirige, que acompaña más que evalúa. Quiero que mis alumnos sientan que aprender es bonito, que no es una obligación impuesta por otros. Quiero que cada clase sea una comunidad donde todos crezcamos, ellos, yo y los vínculos que nos unen 

“Educar es liberar. Y enseñar es, en el fondo, un acto de amor por la vida libre de los otros.”

¿Te atreves a soñar con otra escuela?

Comentarios

  1. Tus frases son muy inspiradoras!! El trabajo de profesora te viene como anillo al dedo

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